William faulkner biography absalom absalom epub

From the Modern Library’s new set of beautifully repackaged hardcover classics by William Faulkner—also available are Snopes, As I Lay Dying, The Sound and the Fury, Light in August, and Selected Short Stories

One of The Atlantic’s Great American Novels of the Past Years

First published in , Absalom, Absalom! is William Faulkner’s ninth novel and one of his most admired. It tells the story of Thomas Sutpen and his ruthless, single-minded attempt to forge a dynasty in Jefferson, Mississippi, in Although his grand design is ultimately destroyed by his own sons, a century later the figure of Sutpen continues to haunt young Quentin Compson, who is obsessed with his family legacy and that of the Old South. “Faulkner’s novels have the quality of being lived, absorbed, remembered rather than merely observed,” noted Malcolm Cowley. “Absalom, Absalom! is structurally the soundest of all the novels in the Yoknapatawpha series—and it gains power in retrospect.” This edition follows the text of Absalom, Absalom! as corrected in under the direction of Faulkner expert Noel Polk and features a new Foreword by John Jeremiah Sullivan.

William Faulkner
(New Albany, Mississippi, - Byhalia, Mississippi, )

¡Absalón, Absalón!()
Absalom, Absalom!
(Nueva York: Random House, , págs.)

Capítulo I

      Desde las dos, aproximadamente, hasta la puesta del sol, permanecieron sentados, aquella sofocante y pesada tarde de septiembre, en lo que la señorita Coldfield seguía llamando «el despacho» por haberlo así llamado su padre: una habitación cálida, oscura, sin ventilación, cuyas ventanas y celosías continuaban cerradas desde hacía cuarenta y tres veranos, porque, allá en su niñez, alguien opinaba que el aire en movimiento y la luz producen calor, mientras que la penumbra resulta siempre más fresca. A medida que el sol daba más de lleno sobre ese costado de la casa, la habitación se iluminaba de rayos horizontales y amarillentos que dejaban ver innumerables partículas de polvo. Quintín pensó que serían, sin duda, escamas de la viejísima pintura descolorida, desprendidas de la madera resquebrajada y empujadas hacia el interior por una fuerza semejante a la del viento. Una guía de glicinas florecía por segunda vez en aquel estío, y trepaba por un enrejado que se divisaba frente